Todos en algún momento hemos tenido una bombilla incandescente en nuestros hogares. Estas luces se caracterizan por su calidez y ese ambiente hogareño que tanto las definía. Su historia se remonta a más de 130 años, siendo inventadas por Thomas Edison. A pesar de que actualmente se encuentra en declive debido a su ineficiencia en el consumo de energía, aún se utilizan en algunos lugares. Sin embargo, este tipo de iluminación ha quedado en segundo plano tras la aparición de las bombillas LED.
Un científico ha desarrollado una nueva bombilla incandescente cuya eficiencia podría competir con las bombillas LED, lo que plantea una pregunta clave: ¿quedarán las bombillas incandescentes en el olvido o estamos ante una revolución tecnológica? En este artículo, desglosaremos el presente y futuro de las bombillas incandescentes y haremos un análisis de su potencial regreso.
Adiós, bombilla incandescente
Durante más de un siglo, las bombillas incandescentes han iluminado hogares de todo el mundo. A pesar de su popularidad y su luz cálida, el consumo energético de estas bombillas es desproporcionado en comparación con la luz que generan. Solo un 15% de su energía se convierte en luz visible, mientras que el restante 85% se desperdicia en forma de calor.
Con la aparición de las bombillas LED en el mercado, el futuro de las bombillas incandescentes se vio gravemente comprometido. Las LED no solo son más eficientes, sino que su impacto ambiental es mucho menor. Consumen alrededor de un 80% menos de energía y tienen una vida útil mucho más larga.
Ya con la introducción de las bombillas de bajo consumo (también conocidas como fluorescentes compactas), las incandescentes comenzaron lentamente a ser reemplazadas. Sin embargo, estas bombillas de bajo consumo no lograron el éxito masivo que las LED han conseguido. Su lenta respuesta al encender y el tiempo que necesitaban para alcanzar su máxima luminosidad eran inconvenientes para situaciones en las que solo se necesitaba luz por un corto periodo de tiempo.
El calor excesivo generado por las bombillas incandescentes es otro problema que muchos han experimentado. ¿Quién no ha tocado una bombilla incandescente encendida y se ha quemado los dedos? Este calor no solo se siente al tacto, sino que también contribuye al sobrecalentamiento de los ambientes. Afortunadamente, las bombillas LED, con su funcionamiento a temperaturas mucho más bajas, han eliminado este problema.
Nueva idea de bombilla
Aunque las bombillas incandescentes parecían tener su destino marcado, un grupo de investigadores del MIT ha descubierto cómo mejorar la eficiencia de estas bombillas, al darle una nueva oportunidad en el mercado. La clave está en un rediseño del filamento y de la estructura que lo rodea, logrando que se pierda menos energía en forma de calor.
Originalmente, el concepto detrás de la bombilla incandescente es simple: un filamento de tungsteno se calienta hasta los 2.700 °C, produciendo luz. Sin embargo, gran parte de la energía que consume se pierde como radiación infrarroja (calor).
El MIT ha propuesto rodear el filamento con estructuras que capturen esta radiación infrarroja, para luego reabsorberla y transformarla nuevamente en luz visible. Este proceso, denominado como reciclaje de luz, promete aumentar significativamente la eficiencia energética de la bombilla incandescente. Se estima que las mejoras podrían llevarlas a convertir hasta el 40% de la energía en luz visible, un salto revolucionario considerando que las incandescentes actuales solo convierten entre el 2% y el 3% de la energía.
Mecanismos modernos y pruebas necesarias
Los materiales utilizados para crear estas nuevas estructuras que capturan el calor infrarrojo son abundantes en la Tierra, lo que significa que la producción de esta nueva tecnológica podría ser muy económica y fácilmente masificable. Además, se puede producir con tecnología convencional, lo que reduce sustancialmente los costos.
De hecho, se estima que las bombillas incandescentes convencionales tienen una eficiencia entre el 2% y el 3%, mientras que las nuevas bombillas desarrolladas en el MIT podrían alcanzar hasta un 40% de eficiencia. Esto no solo representa una mejora sustancial en el rendimiento energético, sino que podría competir directamente con bombillas LED y otras fuentes de iluminación de bajo consumo.
Sin embargo, no todo es tan sencillo. Las pruebas iniciales han mostrado un máximo de un 6,6% de eficiencia en los primeros prototipos, lo cual es un avance significativo, pues ya superan a muchas bombillas fluorescentes compactas. A pesar de que aún hay mucho margen para mejorar, el hecho de que se estén alcanzando estas cifras en etapas tempranas de pruebas es muy prometedor.
Reciclar la luz: un avance clave
El procedimiento utilizado por los científicos del MIT se denomina reciclaje de luz. Este proceso consiste en capturar las ondas de luz que no son necesarias y reciclarlas para transformarlas en energía útil. Al aplicar esta técnica, las bombillas incandescentes podrían llegar a competir con las LED en términos de eficiencia.
Uno de los puntos clave del desarrollo de esta tecnología es la creación de un cristal fotónico. Este cristal es capaz de filtrar las longitudes de onda de la luz que no se quieren, permitiendo que solo se aprovechen aquellas que producen luz visible.
Gracias a este avance en la fabricación de estos cristales, las nuevas bombillas incandescentes podrían rivalizar no solo en eficiencia, sino también en costo y facilidad de producción con las bombillas LED, lo que abriría nuevas posibilidades para los consumidores.
Aunque las bombillas LED seguirán siendo una solución eficiente y necesaria en la transición energética global, estas nuevas incandescentes podrían encontrar su nicho de mercado, aportando mayores opciones para los usuarios y promoviendo la competencia entre distintas tecnologías de iluminación.
Con futuros avances, no sería descabellado ver en las tiendas bombillas incandescentes mucho más eficientes, con una propuesta enfocada en la sostenibilidad y el ahorro energético.