El Viejo Continente, o más concretamente, aquellos países que forman parte de la Unión Europea, enfrentan varios desafíos energéticos, siendo uno de los principales la alta dependencia del petróleo y del gas como fuentes de energía. Estos combustibles fósiles, los cuales representan un altísimo porcentaje de las importaciones energéticas de la UE, suponen una gran desventaja geopolítica y medioambiental.
Para mitigar esta dependencia, la Unión Europea ha apostado por las energías renovables, que no solo son más limpias, sino también más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
Evolución de la dependencia energética
En 2014, la dependencia energética media de la UE-27 alcanzó el 53,4%, un porcentaje que ha ido aumentando a lo largo de los años. Esta situación ha llevado a los países europeos a buscar alternativas, especialmente desde Bruselas, para reducir esta dependencia de combustibles fósiles, los cuales representan cerca del 99% de las importaciones energéticas netas.
Una alternativa clara son las energías renovables, dentro de las cuales la biomasa ha cobrado un protagonismo especial. Según un estudio realizado por la Asociación Europea de Biomasa (AEBIOM), Europa podría autoabastecerse de energía renovable durante 66 días al año, y de estos días, 41 podrían cubrirse exclusivamente con biomasa.
“La bioenergía es la fuente de energía renovable más importante de Europa. Ya está cerca de sobrepasar al carbón para convertirse en la primera fuente de energía autóctona”, indicó Javier Díaz, presidente de AVEBIOM (Asociación Española de Valorización Energética).
Suecia: Un modelo a seguir
Suecia lidera el ranking en Europa en cuanto a días de autoabastecimiento energético mediante biomasa, alcanzando 132 días, superado solo por Finlandia con 121. En contraste, España cuenta con menos de 28 días de autoabastecimiento y se posiciona en el puesto número 23, compartiendo lugar con Bélgica.
Este dato es indicativo de cómo países como Suecia y Finlandia están optimizando al máximo su potencial forestal, mientras que España aún tiene un largo camino por recorrer en términos de aprovechamiento de biomasa.
“Estamos aún muy lejos de los países que lideran la tabla, como Finlandia o Suecia”, comenta Jorge Herrero, Director de Proyectos de AVEBIOM.
Papel de la bioenergía en la Unión Europea
A pesar de las diferencias, la biomasa está destinada a jugar un rol crucial en los próximos años, ya que se proyecta que esta fuente renovable será esencial para cumplir los objetivos de la UE para 2020. Los expertos señalan que la bioenergía contribuirá con la mitad del objetivo energético fijado, alcanzando así un 20% de producción de energías renovables en toda la región.
En el año 2014, la bioenergía representó el 61% de toda la energía renovable consumida en Europa, lo que correspondió a un 10% del consumo final bruto de energía en el continente.
Uso de biomasa para calefacción y refrigeración
Uno de los sectores donde la biomasa ha cobrado mayor relevancia es en el uso térmico, especialmente para la calefacción y refrigeración. Ambos usos representan cerca del 50% del consumo energético total en la UE, y de ese porcentaje, el 88% es cubierto por la bioenergía generada a partir de la biomasa.
Esto supone que la biomasa tiene un papel clave en la lucha contra la dependencia energética, especialmente en lo que a calefacción y refrigeración se refiere, cubriendo el 16% del consumo bruto de energía en Europa.
Crecimiento de la biomasa en España
España ha experimentado un crecimiento exponencial en su capacidad de producción y uso de biomasa en los últimos años. Entre el 2008 y el 2016, el número de instalaciones que utilizan biomasa ha crecido de ser un poco más de 10,000 a sobrepasar las 200,000, con una media de 1.000 MWt (megavatios térmicos) instalados.
Un dato interesante es que el potencial forestal en España puede duplicarse considerablemente, sin necesidad de destinar más terrenos exclusivamente a la producción de biomasa.
No obstante, España solo aprovecha el 30% de la biomasa que se extrae de la limpieza de los bosques, mientras que otros países como Austria, Alemania o Suecia optimizan entre el 60% y el 70% de lo extraído. Esto resalta el potencial desaprovechado en el país.
Este desarrollo ha impulsado la economía del sector, que mueve cerca de 3,700 millones de euros al año, representando el 0,34% del PIB. Además, la biomasa ha generado más de 24,250 empleos, muchos de ellos en el ámbito rural, lo que contribuye al desarrollo y la dinamización de estas áreas.
Sostenibilidad y seguridad energética
Uno de los principales beneficios que aporta la biomasa es su impacto positivo en la reducción de emisiones de CO2, ya que es una fuente de energía renovable considerada neutra en carbono. Esto quiere decir que, aunque durante su combustión se libere CO2, la cantidad de dióxido de carbono que emite es compensada por la que las plantas absorben durante su crecimiento mediante la fotosíntesis.
Además, el aprovechamiento de la biomasa contribuye a mejorar la gestión de los montes y bosques, con lo que se minimiza el riesgo de incendios forestales que tan devastadores pueden ser, especialmente en un país como España, donde los incendios son una constante amenaza.
La biomasa no solo ofrece un beneficio medioambiental, sino también socioeconómico, al fomentar el empleo local y reducir la dependencia de combustibles fósiles.
El futuro de la biomasa es prometedor si se optimiza su uso, se implementan mejoras tecnológicas y se adopta una gestión forestal sostenible que permita aprovechar al máximo esta fuente energética.
En un contexto donde la transición energética es vital para reducir la huella de carbono del planeta, la biomasa presenta una solución que puede aprovechar los recursos naturales de manera responsable y eficiente.