La biomasa se ha consolidado en España como una de las opciones más relevantes para producir energía renovable, especialmente en regiones con importantes recursos forestales. El sector vive un proceso de transformación en el que la sostenibilidad, la generación de empleo y la independencia energética adquieren cada vez mayor protagonismo. Proyectos pioneros en Asturias y Valencia, sumados a la evolución de los precios de los biocombustibles y el impulso institucional, están marcando el ritmo de esta nueva etapa.
Los avances recientes en tecnologías y modelos de gestión han permitido que la biomasa se posicione como una alternativa válida y competitiva, no solo frente a los combustibles tradicionales, sino también respecto a otras fuentes renovables. Sin embargo, existen desafíos y dudas sobre su impacto ambiental y la necesidad de un respaldo normativo firme, factores que serán determinantes para su desarrollo a futuro.
Asturias: la central de La Pereda apuesta por la biomasa
La región asturiana está siendo testigo de una transformación clave en su política energética con la reconversión de la central térmica de La Pereda, ubicada en Mieres. El Instituto para la Transición Justa ha otorgado acceso provisional a la red eléctrica para este proyecto, gestionado por HUNOSA, con el objetivo de que la planta funcione con biomasa en 2027. Esta iniciativa representa una inversión superior a 55 millones de euros y surge como respuesta a la transición justa tras el cierre progresivo de instalaciones basadas en carbón.
La central, una vez adaptada al nuevo combustible renovable, utilizará restos forestales locales como materia prima. HUNOSA ha asegurado que el suministro procederá preferentemente de los montes autóctonos, promoviendo la utilización de fuentes próximas y sostenibles. Este compromiso no sólo ayuda a dinamizar la economía local, sino que también contribuye a un modelo energético más respetuoso con el entorno.
El impacto de la reconversión va más allá de la innovación tecnológica. Se prevé la creación de hasta 200 empleos directos vinculados al sector forestal y otros trabajos asociados a la cadena de valor, desde el transporte hasta el mantenimiento y la gestión ambiental. La capacidad de la planta permitirá absorber alrededor de 400.000 toneladas de biomasa al año, generando un movimiento económico estimado en 20 millones de euros dentro del sector y áreas relacionadas.
Este tipo de iniciativas posiciona a Asturias como un referente para otras regiones que buscan models energéticos sostenibles y generadores de empleo, sin perder de vista la gestión cuidadosa de los recursos y la preservación de sus paisajes.
Valencia BioValoriza: energía local y prevención de incendios
En la Comunitat Valenciana, el proyecto Valencia BioValoriza se posiciona como ejemplo de economía circular y prevención de incendios forestales. Financiado en su mayor parte por fondos europeos, la iniciativa se centra en la extracción, tratamiento y valorización de biomasa sobrante de áreas especialmente vulnerables a los fuegos estivales. Las brigadas forestales trabajan en la limpieza de más de 200 hectáreas, retirando restos de podas y madera muerta que alimentarán calderas municipales en Llíria, Serra o Requena, sustituyendo al gasóleo tradicional por calor de proximidad.
El círculo de aprovechamiento se completa con la devolución de cenizas tratadas al monte, cerrando el ciclo de nutrientes y reduciendo la carga de combustible vegetal que, en condiciones extremas, favorece la propagación de incendios. A nivel social, el proyecto fomenta la generación de trabajo verde y sensibiliza a jóvenes y comunidades rurales mediante talleres y campañas informativas en colegios e institutos.
Perspectivas de la biomasa en la calefacción y su impacto económico
La biomasa para uso térmico sigue destacando por su bajo coste frente a otras fuentes de energía, según los últimos informes de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom). Biocombustibles como el pellet, el hueso de aceituna o la astilla de madera mantienen precios muy competitivos, situándose notablemente por debajo del gas, el gasóleo y la electricidad. La relativa estabilidad de sus precios, asociada a la producción local y menor dependencia de los mercados internacionales, permite a consumidores y empresas planificar su consumo con anticipación.
A pesar de la reducción del 15% en la producción nacional de pellet durante 2024, vinculada a la normalización del mercado tras varios inviernos suaves, la biomasa mantiene su atractivo como opción de calefacción asequible y sostenible. Desde el sector, se insiste en la necesidad de un mayor respaldo institucional: medidas fiscales, agilización administrativa y el reconocimiento explícito de la biomasa en los sistemas oficiales de ahorro energético serían claves para impulsar aún más su desarrollo.
Proyectos industriales y gestión sostenible
La apuesta por la biomasa no se limita a la producción de electricidad y calefacción. Iniciativas como la declarada estratégica en Manacor, promovida por Reciclafusta, refuerzan la importancia de la gestión y aprovechamiento térmico de residuos de madera, contribuyendo tanto a la descarbonización industrial como a la gestión eficiente de subproductos. Este tipo de proyectos pone de relieve la necesidad de conjugar avances técnicos, impacto ambiental reducido y beneficios socioeconómicos, siempre bajo supervisión de los organismos competentes.
Por otra parte, la gestión de centrales de biomasa implica también retos medioambientales, como la reducción de emisiones contaminantes, el control de los residuos generados y el uso racional de recursos como el agua. La eficiencia de los sistemas de depuración y la utilización de tecnologías de cogeneración serán factores clave para el futuro del sector.
El desarrollo de la biomasa en España avanza impulsado por la innovación, la revalorización de recursos forestales y la demanda de soluciones energéticas más limpias. Los proyectos recientes demuestran que la colaboración entre administraciones, empresas y comunidades rurales resulta fundamental para transformar el modelo energético, generar empleo y proteger el entorno natural. La innovación y la inversión en gestión sostenible marcarán el camino hacia una mayor incorporación de la biomasa en el mix energético nacional.