Las plantas de biogás están viviendo un impulso significativo en diferentes comunidades autónomas de España, con proyectos de gran envergadura tanto en fase de tramitación como en próximas inauguraciones. Aunque se presentan como una solución eficiente para la gestión de residuos orgánicos y la generación de energía renovable, la instalación y ampliación de estas infraestructuras no está exenta de debate y controversia tanto en el plano técnico como social.
En los últimos meses se han multiplicado los proyectos relacionados con la producción de biometano a partir de purines y demás residuos procedentes de explotaciones ganaderas. Este auge responde, en parte, a los objetivos de sostenibilidad marcados tanto por la Unión Europea como por las administraciones españolas, que buscan una transición hacia fuentes energéticas más limpias y la mejora en la gestión de desechos agroganaderos. Sin embargo, la expansión de estas plantas suscita tanto expectativas de desarrollo económico como inquietudes por su impacto en el entorno, especialmente en zonas rurales próximas.
Grandes proyectos y tramitaciones en la agenda nacional
Destacan iniciativas como la gran planta de biogás que impulsa el grupo danés Copenhagen Infrastructure Partners (CIP) en La Sentiu de Sió (Lérida), actualmente pendiente de la aprobación definitiva por parte de Urbanismo tras recibir el visto bueno ambiental de la Generalitat. Este complejo, diseñado para gestionar cientos de miles de residuos ganaderos al año, aspira a convertirse en uno de los mayores del sur de Europa y cuenta con la adhesión de más de 300 ganaderos de la zona, quienes verán facilitada una gestión más sostenible de los purines.
Similar dinamismo se aprecia en otros puntos del país. En Castilla y León, durante 2024 se han tramitado el doble de proyectos de plantas de biogás que el año anterior, alcanzando casi un centenar en distintas fases administrativas. Las provincias de Segovia, Valladolid y Zamora encabezan este incremento, con varios planes ya autorizados y otros en exposición pública. La administración regional insiste en que sólo prosperarán aquellos proyectos que cumplan con todos los requisitos ambientales y legales, mostrando firmeza ante las irregularidades detectadas en algunos casos.
También en el ámbito local se desarrollan proyectos ambiciosos, como la planta promovida por la cooperativa Gesalor en Lorca, que entra en su tercera fase con una inversión total que supera los 37 millones de euros y cuya capacidad de procesado alcanza los dos millones de metros cúbicos de purines anualmente. Este tipo de proyectos no sólo conlleva la gestión de residuos sino que también genera empleo directo e indirecto en las zonas rurales.
Controversias, oposición social y desafíos medioambientales
La proliferación de plantas de biogás ha hecho aflorar preocupaciones entre colectivos vecinales, plataformas ciudadanas y entidades ecologistas. Una de las principales quejas radica en la proximidad de algunas instalaciones a zonas habitadas, como ocurre en La Atalaya (Gran Canaria) o Valverde (La Rioja), donde vecinos y asociaciones han manifestado su rechazo alegando riesgos de malos olores, incremento de tráfico pesado y posibles efectos sobre la salud y la calidad de vida.
Organizaciones como la Coordinadora Ecoloxista de Asturias advierten sobre los problemas relacionados con el tratamiento inadecuado de residuos líquidos procedentes del digestato y la potencial contaminación del suelo y acuíferos. El manejo del digestato, la correcta gestión de los excedentes y la eliminación eficaz de olores son cuestiones recurrentes en las denuncias y peticiones de mejora. Plataformas ciudadanas y algunos grupos políticos demandan además una mayor transparencia y acceso a la información relativa a los proyectos.
En muchas ocasiones, los promotores destacan que la tecnología incorporada en las nuevas instalaciones permite minimizar o impedir la emisión de olores, mediante sistemas cerrados y circuitos de tratamiento del aire, además de operar con vehículos estancos para el transporte de residuos. Sin embargo, muchas comunidades reclaman garantías adicionales y la ubicación de estas plantas lejos de núcleos urbanos.
Tendencias, oportunidades y medidas de mitigación

El biogás y los derivados como el biometano cumplen una doble función: no solo generan una fuente alternativa de energía renovable, sino que ayudan en la valorización de residuos orgánicos de origen ganadero, agrícola e incluso urbano, transformando dichos subproductos en materia aprovechable para la producción de fertilizantes y otros fines industriales.
Para reducir el impacto ambiental y social, los expertos citan varias recomendaciones: elegir ubicaciones alejadas de zonas habitadas pero cercanas a los generadores de residuos; implantar planes de movilidad específicos para que el aumento de tráfico no afecte a los vecinos; y emplear las mejores técnicas de tratamiento de aire y residuos. Además, la vigilancia ambiental y la participación vecinal en el desarrollo de los proyectos se señalan como imprescindibles para garantizar su buena integración.
La experiencia en Europa, donde existen miles de plantas en funcionamiento, demuestra que una regulación estricta y la adopción de las mejores prácticas pueden minimizar los incidentes y molestias. A pesar de la controversia, el sector se considera una herramienta clave para avanzar hacia la neutralidad climática y la economía circular.
Implicación social y transparencia: ejes para el futuro del biogás
El reto más relevante de cara a los próximos años será lograr la aceptación social de estas instalaciones. Para ello, muchas voces piden que las comunidades sean partícipes en las distintas fases de los proyectos, desde la planificación hasta la operación, fomentando la transparencia y atendiendo las inquietudes de los habitantes.
La gestión responsable de los riesgos, la comunicación fluida y la consideración de las preocupaciones vecinales son claves para reducir el rechazo y favorecer la convivencia con estas infraestructuras. Además, el cumplimiento de normativas ambientales estrictas y la supervisión pública fomentan la confianza y ayudan a aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece el biogás en el contexto de transición energética.


