En 2015, la diferencia de potencia eléctrica instalada con biomasa que separaba a Asia y Europa era de más de 6.000 megavatios, pero en tan solo un año, esa cifra se redujo a 1.500 megavatios. Según el informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) titulado Estadísticas de capacidad renovable 2017, Europa contaba con 36.954 MW mientras Asia alcanzaba los 35.249 MW de biomasa eléctrica instalada. Este cambio dramático en menos de 12 meses indica el creciente protagonismo de Asia en el ámbito de las energías renovables, especialmente en lo que respecta a la biomasa.
Europa sigue liderando en cuanto a la instalación de grandes proyectos, con países como Inglaterra y Dinamarca desarrollando enormes plantas de biomasa con nombres destacados como MGT Power y Hofor, respectivamente. Es en estos proyectos donde se concentra gran parte de la inversión dentro de la región europea. Sin embargo, la constante expansión en Asia es innegable y cada vez más países de este continente están apostando por la biomasa como una fuente clave de energía limpia.
Evolución de la inversión en biomasa a nivel global
En términos de inversión, el informe Tendencias globales de inversión en energía renovable 2017 destacaba una caída considerable en los biocarburantes, con un descenso del 37% en 2016 respecto al año anterior, al alcanzar 2.200 millones de dólares. Sin embargo, la biomasa mantuvo una estabilidad notable con una inversión de 6.800 millones de dólares, lo que refleja la confianza de los inversores en este tipo de energía a pesar de las fluctuaciones en otros sectores.
Este éxito de la biomasa puede atribuirse, entre otras cosas, a su versatilidad y su capacidad para aprovechar desechos orgánicos tanto en zonas rurales como urbanas. Países como Brasil, que han sabido integrar su industria azucarera con la valorización del bagazo de caña de azúcar, son ejemplos claros de cómo se puede capitalizar esta tecnología para generar electricidad de forma eficiente.
Dos proyectos emblemáticos en el ámbito de la biomasa son el de Tees en Inglaterra y el de Amager en Dinamarca. La planta de Tees, con una capacidad de 299 MW, se ha convertido en un referente en las energías renovables del Reino Unido. La planta de Amager, con 150 MW en Dinamarca, es clave en la transición energética del país nórdico hacia un sistema más ecológico.
Asia toma la delantera en el crecimiento de la biomasa
A pesar del liderazgo europeo en muchos sectores relacionados con las energías renovables, Asia ha demostrado estar a la vanguardia en la instalación de biomasa. En tan solo un año, Asia ha reducido drásticamente la brecha que la separaba de Europa en cuanto a capacidad de biomasa eléctrica. Según el informe de Irena de 2017, de los 8.623 MW instalados en el ámbito mundial en 2016, 6.000 MW correspondieron a Asia, mientras Europa solo sumó 1.500 MW. Este espectacular crecimiento en Asia refleja su importancia en el panorama mundial de las energías renovables.
Países como India han sido los principales impulsores de este crecimiento. En 2016, India pasó de 5.605 MW a 9.185 MW, un aumento significativo que convierte al país en uno de los gigantes de la biomasa a nivel global. Esta expansión no solo es un ejemplo de cómo los países asiáticos están adoptando energías limpias, sino que también sitúa a India junto a potencias como Alemania en términos de capacidad instalada de biomasa.
La expansión de la biomasa en India también está abriendo nuevas oportunidades de empleo y desarrollo rural, ya que muchas plantas de biomasa aprovechan desechos agrícolas locales, proporcionando una fuente de ingresos secundaria para agricultores y comunidades rurales.
La situación en China y otros países líderes
China, el gigante asiático, también está dando pasos de gigante en la adopción de la biomasa. Con una capacidad instalada de biomasa de 12.140 MW, China se coloca como el tercer país con mayor infraestructura de biomasa, solo por detrás de Brasil y Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de sus impresionantes cifras, el crecimiento en biomasa en Estados Unidos ha sido mucho más lento, sumando apenas 3 MW en 2016. Esto indica un estancamiento del mercado estadounidense que se remonta a 2013.
Lo que distingue a China es su capacidad para integrar la biomasa en su gigantesca red energética, a menudo utilizando la energía generada para abastecer sus vastas áreas rurales, que aún dependen de combustibles fósiles. Además, China ha puesto en marcha numerosas políticas de incentivos fiscales y subsidios para fomentar la construcción de plantas de biomasa en diferentes provincias.
Brasil, por otro lado, tiene una estrecha relación entre la biomasa y su industria azucarera. La valorización del bagazo de caña de azúcar, un subproducto de la producción de azúcar, ha permitido al país ser líder en la generación de electricidad a partir de biomasa. Brasil cuenta con una capacidad instalada de biomasa de 14.179 MW, lo que lo sitúa como el segundo país del mundo en este sector.
Suecia, Alemania y Reino Unido: líderes en Europa
En Europa, países como Suecia, Alemania y Reino Unido continúan siendo líderes en la capacidad instalada de biomasa. Suecia, por ejemplo, con 4.893 MW, ha logrado integrar de manera eficiente la biomasa en su red de calefacción urbana, lo que le ha permitido alcanzar uno de los porcentajes más altos de energías renovables en su matriz energética.
Reino Unido, que ha experimentado un notable crecimiento en los últimos años, alcanzó los 5.000 MW en 2016. Esto se debe, en parte, a la conversión de antiguas plantas de carbón a biomasa, lo que ha permitido al país reducir sus emisiones de carbono y avanzar hacia sus metas de descarbonización para 2050.
En cuanto a Alemania, aunque es el cuarto país en capacidad instalada de biomasa a nivel mundial, con 9.336 MW, más de la mitad de esta capacidad proviene del biogás. Esta tecnología ha sido clave en la mezcla energética del país, permitiendo la valorización de una gran cantidad de desechos orgánicos provenientes de la agricultura y la ganadería.
No obstante, en otros países europeos, la situación es menos prometedora. Por ejemplo, en España, la biomasa eléctrica ha experimentado un estancamiento desde hace tres años, con una capacidad instalada que ronda los 1.018 MW. El fin de las primas para nuevas instalaciones ha sido uno de los factores clave en este parón, dejando a la energía solar y eólica como las principales tecnologías en las que se están centrando las inversiones.
La expansión de las energías renovables fuera de la red
Un aspecto interesante que destaca el informe de Irena de 2017 es el crecimiento de las energías renovables fuera de la red. Este término hace referencia a la generación de electricidad en zonas rurales o aisladas que no están conectadas a las grandes redes de distribución eléctrica. Este tipo de soluciones energéticas, especialmente las que utilizan bioenergía, han alcanzado los 2.800 MW a finales de 2016.
Alrededor del 40% de esta energía fue generada mediante instalaciones solares, mientras que el 10% provino de fuentes hidroeléctricas. El resto provino de diversas formas de bioenergía, lo que subraya la importancia de la biomasa en estas áreas rurales. Estas instalaciones han proporcionado energía limpia a aproximadamente 60 millones de hogares, beneficiando a unas 300 millones de personas.
Este tipo de soluciones energéticas son especialmente útiles en países en desarrollo, donde la infraestructura eléctrica es limitada. El acceso a la biomasa permite a las comunidades alejadas de los centros urbanos generar su propia electricidad mediante el uso de desechos orgánicos locales, reduciendo su dependencia de los combustibles fósiles y mejorando su calidad de vida.
Proyectos como el desarrollado en India, donde más de 50.000 pequeños generadores están funcionando en zonas rurales, están demostrando cómo la biomasa puede ser una herramienta clave para mejorar el acceso a la energía en comunidades remotas.
Biomasa en Guadalajara: un proyecto local prometedor
En el ámbito de la biomasa en España, Guadalajara está emergiendo como un referente en proyectos locales de biomasa. La creación de una red de calefacción por biomasa en la ciudad podría abastecer de energía térmica a unos 6.000 vecinos. Este proyecto, gestionado por la empresa Recursos de la Biomasa (Rebi), se incluye en una red mayor que ya opera en ciudades como Soria y Valladolid.
Durante la presentación de la Estrategia Local para Mitigar el Cambio Climático, el alcalde de Guadalajara, Antonio Román, destacó la importancia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector residencial. La biomasa se presenta como una opción viable para reducir el consumo de energía convencional, especialmente en zonas donde el clima y la infraestructura favorecen este tipo de soluciones.
Este tipo de iniciativas son esenciales para fomentar el uso de fuentes de energía más limpias en el ámbito local, lo que no solo contribuye a la reducción de emisiones sino que también genera empleo y reduce la dependencia de recursos fósiles.
Como podemos observar, la biomasa sigue siendo una pieza clave en los esfuerzos por expandir las energías renovables a nivel global. Tanto en Europa como en Asia, el crecimiento de la biomasa ha sido notable, y aunque existen retos por superar, especialmente en algunos países, es innegable que esta forma de energía está ganando relevancia en la transición hacia un sistema energético más limpio y sostenible.