Las siguientes imágenes que vais a ver son de una crudeza y una realidad que os sobresaltarán. Estáis ya avisados, pero es importante que se tome conciencia de hacia dónde nos dirigimos como especie en este mundo capitalista y sin razón que convierte a todo ser viviente, incluso a nosotros, en moneda de cambio por otra misma moneda, o, una piedra a la que se la ha dado un valor mayor que una persona, justo la que escribe aquí y la que lee estas líneas, mismamente tú.
Paul Hilton llegó a un claro en Sumatra, Indonesia, el año pasado, donde encontró un gran agujero, un par de fuerzas oficiales y una fosa abierta justo para ser incendiada, en lo que podría ser llamado como un crimen a la naturaleza. Estaba repleto de pangolines que fueron confiscados a una compañía que comercia con este tipo de animales cazados por lo preciado que son algunas de sus partes.
Cerca de 4.000 pangolines que las fuerzas del orden tomaron de esa compañía que traficaba con ellos, se encontraban apilados y congelados en ese pozo abierto que iba a ser consumido por las llamas y el fuego.
Los pangolines son muy preciados por la medicina tradicional y su carne es considerada una exquisitez en algunas partes de Vietnam y China. Como el cuerno del rinoceronte, las escamas están hechas de queratina, el mismo material que tenemos en nuestras uñas y que es de un apreciable valor medicinal en varias regiones del mundo.
La demanda de este ser vivo está consiguiendo que las ochos especies que se encuentran en el sudeste de Asia y África estén en peligro de extinción por la caza furtiva. Más de 10.000 animales son los estimados en ser matados todos los años. Cada kilogramo de carne de este animal cuesta 600 dólares y los pangolines que aparecen en estas fotos se estima un valor de 1,8 millones de dólares. 1, 8 millones de dólares que indican el valor de otra cosa que dejo que vosotros mismos le pongáis nombre. Ahí queda.