Las plantas acuáticas han cobrado una relevancia creciente tanto en el ámbito científico como en la gestión ambiental y la vida cotidiana de muchas regiones del mundo. En los últimos tiempos, una combinación de descubrimientos botánicos, proyectos de conservación y problemas asociados a su proliferación ha colocado a estas especies en el centro de la atención, por su papel fundamental en los ecosistemas y la sociedad.
La investigación sobre la diversidad y conservación de plantas acuáticas está registrando avances significativos. Además, estas especies han demostrado ser clave para la regulación de la biodiversidad, el ciclo del agua y la salud de lagos y ríos; aunque en algunos casos, su rol puede exigir intervenciones para evitar desequilibrios o problemas sanitarios.
Estudios internacionales desvelan la riqueza mundial de las plantas acuáticas
Recientemente, Jorge García Girón, investigador de la Universidad de León, ha recibido el respaldo de la Fundación BBVA mediante una de sus Becas Leonardo, lo que ha impulsado un ambicioso proyecto internacional sobre ecología de plantas acuáticas. El equipo, que cuenta con investigadores en España y Finlandia, fue seleccionado entre casi 140 candidaturas por expertos independientes en Ciencias del Medio Ambiente, lo cual enfatiza la relevancia de esta línea de trabajo.
La investigación tiene como objetivo analizar la riqueza y distribución global de los macrófitos, nombre técnico de las plantas acuáticas, en diferentes sistemas de agua dulce alrededor del planeta. De acuerdo con García Girón, se busca determinar los puntos clave de diversidad y comprender cómo factores como el clima y la actividad humana —incluyendo la contaminación y los cambios de uso del suelo— condicionan el estado y persistencia de estos organismos.
El alcance es amplio, ya que contempla regiones tan diversas como el Delta del Okavango en África o los Grandes Lagos de Norteamérica, evaluando la respuesta de estas plantas a las presiones ambientales. El trabajo cobra aún más importancia porque, tal y como destaca el equipo investigador, los humedales y los lagos son fundamentales para la biodiversidad y muchos de los servicios ecosistémicos que utilizamos.
Este tipo de proyectos no sólo aportan conocimientos científicos básicos, sino que también proporcionan herramientas prácticas destinadas a garantizar la conservación de estos ecosistemas, considerados algunos de los más vulnerables frente a la acción humana en la actualidad.
Nenúfares gigantes: especies recién catalogadas y su importancia en los humedales
En aguas de ríos y lagos de Sudamérica se encuentran algunas de las plantas acuáticas más llamativas del mundo: los nenúfares gigantes. Hasta hace poco, solo se reconocían dos especies principales, pero recientes investigaciones han dado a conocer la Victoria boliviana, ahora considerada la especie de nenúfar de mayor tamaño, capaz de alcanzar hasta 3,2 metros de diámetro.
Este descubrimiento, fruto del trabajo de equipos de Bolivia y el Reino Unido, no sólo enriquece el conocimiento botánico, sino que también ha permitido que la Victoria boliviana figure en el Récord Guinness como la planta acuática más grande. Sus hojas flotantes pueden soportar el peso de un niño, y sus flores, de vida efímera, adornan los humedales durante la noche.
Más allá de lo impresionante de su aspecto, la Victoria boliviana destaca por sus usos tradicionales y valores ecológicos: las semillas se consumen localmente, se le atribuyen propiedades medicinales y sus raíces se emplean en la fabricación de tintes. Además, la planta proporciona refugio y alimento a numerosas especies acuáticas y simboliza la riqueza biológica de los humedales sudamericanos, reforzando la necesidad de preservar estos ecosistemas tan singulares.
Gestión de plantas acuáticas para el control de plagas e impacto en la salud pública
En otros contextos, la densidad de plantas acuáticas puede suponer un reto para la convivencia humana, especialmente por su papel en el ciclo de vida de insectos como los mosquitos y la mosca negra. Es el caso del río Henares a su paso por Torrejón de Ardoz, donde se viene empleando un barco anfibio para retirar estos vegetales y reducir el hábitat de cría de estas especies que resultan molestas e incluso peligrosas durante el verano.
La estrategia, en funcionamiento desde hace varios años, combina intervenciones mecánicas con tratamientos biológicos y la promoción de fauna auxiliar como los murciélagos. Este enfoque permite limitar la proliferación de insectos de forma respetuosa con el medio ambiente, minimizando el uso de productos químicos y protegiendo la salud pública local.
La gestión de plantas acuáticas en este contexto combina tecnología avanzada —como el uso de maquinaria anfibia sueca equipada con cuchillas sumergidas— y métodos biológicos, logrando una reducción notable en la aparición de insectos sin perjudicar los ecosistemas acuáticos.
El reto del sargazo: proliferación masiva y consecuencias para los ecosistemas
En el entorno marino, la proliferación de ciertas plantas acuáticas también puede acarrear problemas de gran magnitud. Un ejemplo claro es la alarmante acumulación de sargazo en las playas del Caribe, un fenómeno que desde hace más de una década preocupa a científicos, autoridades y comunidades costeras.
Las investigaciones apuntan a que el sargazo —alga marina flotante— cumple un papel ecológico en mar abierto, pero su llegada masiva a las costas genera daños ambientales, afecta la economía y puede poner en riesgo la salud por la liberación de gases durante su descomposición. Las causas de este fenómeno se relacionan con cambios climáticos, modificaciones en las corrientes oceánicas y el aumento de nutrientes en el agua.
Científicos han identificado que, además del impacto visual y olfativo, el sargazo puede llevar contaminantes, reducir el oxígeno en el agua y afectar tanto a arrecifes como a comunidades de plantas acuáticas del fondo marino. La gestión de esta crisis requiere invertir en estrategias de limpieza, monitorización con imágenes satelitales y cooperación internacional.
La magnitud del problema es tal que, en lugares como Quintana Roo (México), ya se han recogido miles de toneladas en esta temporada, con cantidades en continuo aumento. La atención constante es esencial para proteger la biodiversidad y mantener el equilibrio ecológico en playas y aguas costeras.
