Para los clientes de Mercedes o de BMW, ya no hay elección. Todos los motores disponibles, ya sean de gasolina o diésel, presentan turbocompresor. La excepción en BMW es su gama i, donde el prolongador de autonomía opcional del i3 sigue siendo un motor atmosférico. En Audi, el único modelo sin turbo es el R8, que se mantiene fiel a su motor atmosférico. Curiosamente, incluso marcas como Ferrari han roto un tabú histórico al incorporar doble turbo en su 488 GTB. Lamborghini sigue resistiendo, aunque es probable que, al igual que Bugatti, la sobrealimentación llegue a todos los modelos de superdeportivos.
Por otro lado, los japoneses han sido más reticentes a abrazar la sobrealimentación. Marcas como Honda, Mazda y Toyota aún fabrican una cantidad considerable de motores de gasolina atmosféricos.
Ventajas y desventajas del motor turbo
El motor turbo ofrece conocidas ventajas, como una mayor potencia y mejor eficiencia energética, lo que permite reducir la cilindrada general. Este proceso, conocido como downsizing, ha permitido a los fabricantes garantizar prestaciones similares con motores más pequeños. Sin embargo, a pesar de estas mejoras, el ahorro y la eficiencia que los fabricantes prometen no siempre se reflejan de manera significativa en condiciones de conducción real.
Por otro lado, los motores atmosféricos tienen ventajas notables en otros aspectos. Aunque no destacan por su potencia específica, los motores sin sobrealimentación destacan por su simplicidad y fiabilidad, lo que reduce costes de mantenimiento y posibles averías. Para muchos conductores que ven el automóvil no solo como un medio de transporte, sino como una fuente de placer, las características de los motores atmosféricos, con sus subidas lineales de revoluciones, ofrecen una experiencia de conducción única.
Motores atmosféricos en peligro de extinción
A lo largo de la última década, hemos sido testigos de un cambio significativo en la industria automotriz, particularmente con la desaparición de los motores atmosféricos en favor de los turbocompresores y otros sistemas de inducción forzada. Este cambio responde principalmente a la creciente regulación de las emisiones y las restricciones ambientales, que obligan a los fabricantes a buscar soluciones más eficientes.
BMW y Mercedes, dos de los fabricantes más relevantes de Europa, han abandonado casi por completo los motores atmosféricos, ofreciendo únicamente variantes turboalimentadas. Un caso sobresaliente es el Mazda MX-5, que ha mantenido su motor atmosférico de cuatro cilindros, reconocido por su dinamismo y eficiencia. Este modelo destaca no solo por su ligereza, sino también por su consumo ajustado, demostrando que es posible fabricar motores atmosféricos eficientes y divertidos de conducir.
Otros ejemplos de coches que aún conservan motores atmosféricos incluyen los deportivos de alta gama, como el Audi R8, Ferrari 812 Competizione y el Lamborghini Huracán Evo. Generalmente, estos modelos superdeportivos se enfocan en los entusiastas de la conducción más purista, que valoran no solo el rendimiento, sino el sonido y la sensación que ofrece un motor aspirado de alta cilindrada.
¿Una última esperanza para los motores atmosféricos?
A pesar de la tendencia hacia la sobrealimentación y electrificación, todavía existe interés en mantener viva la esencia de los motores atmosféricos. Marcas como Toyota, Mazda y Subaru han trabajado en nuevas tecnologías que podrían revitalizar los motores de combustión interna. En particular, Toyota ha desarrollado motores híbridos y tecnologías de hidrógeno que buscan complementar la propulsión térmica manteniendo bajas las emisiones.
Mazda, por su parte, ha sido pionera en el desarrollo de motores Skyactiv, diseñados para ofrecer beneficios ecológicos sin renunciar a la sensación de conducción que caracteriza a los motores atmosféricos.
Aún así, la normativa cada vez más restrictiva complica la viabilidad de estos motores. La normativa Euro 7, que está por entrar en vigor en 2025, podría significar el golpe final para los motores de combustión interna en Europa, ya que establece límites muy severos a las emisiones de NOx y partículas. Esto obliga a los fabricantes a realizar importantes ajustes en el diseño de sus motores para cumplir con las exigencias ambientales, lo que deriva en mayores costes de producción y la imposición de nuevas tecnologías híbridas y eléctricas.
El motor de combustión interna: ¿un futuro incierto?
La decisión de la Unión Europea de prohibir la venta de coches de combustión interna para 2035 ha marcado un antes y un después en la industria automotriz. A partir de esa fecha, solo se podrán comercializar modelos eléctricos o de cero emisiones. Sin embargo, aún será posible comprar y vender automóviles de combustión interna en el mercado de segunda mano, lo que significa que estos vehículos permanecerán en circulación durante algunas décadas más.
Ante este panorama, algunos expertos especulan que las normativas sobre emisiones podrían dar lugar a una nueva generación de motores con tecnología avanzada, como el uso de combustibles sintéticos. Estos combustibles, que son neutros en emisiones de carbono, podrían prolongar la vida del motor de combustión interna más allá del 2035 para aquellos que desean vehículos de combustión tradicionales.
No obstante, los avances hacia la electrificación son evidentes. Marcas como Audi, Mercedes y BMW ya han equiparado sus motores turboalimentados con sistemas mild-hybrid, reduciendo aún más las emisiones de CO2 y mejorando la eficiencia energética general, lo cual parece ser el camino más claro hacia el futuro.
¿Adiós a los motores atmosféricos en los superdeportivos?
A pesar de los esfuerzos de los grandes fabricantes por electrificar toda la gama, algunos superdeportivos icónicos se resisten a despedirse del motor atmosférico. Modelos como el Ferrari 812 Competizione y el Lamborghini Aventador continúan utilizando un motor V12 atmosférico, considerado por muchos como la cúspide del rendimiento y la emoción en la conducción deportiva.
Sin embargo, a medida que las restricciones ambientales crecen, estos motores se destinan, cada vez más, a vehículos de producción extremadamente limitada, como el Pagani Huayra R o el Gordon Murray T50, ambos con motores V12 atmosféricos de alta cilindrada. Estos coches, fabricados en pequeñas series, están diseñados para circuitos cerrados, donde pueden aprovechar sus características al máximo sin infringir las normativas de emisiones.
Por lo tanto, a pesar de que los motores atmosféricos están en declive, aún tienen un lugar en el mundo automotor, especialmente en los nichos más exclusivos. Los amantes de la conducción purista todavía pueden disfrutar de estas joyas mecánicas, aunque es probable que, en un futuro cercano, solo se encuentren en modelos one-off o series especiales de muy pocos ejemplares.
Podemos estar seguros de que, aunque los motores atmosféricos están desapareciendo como opción masiva en la industria automotriz, todavía tienen su espacio en el mercado de los deportivos más exclusivos y en la nostalgia de los amantes de los coches clásicos.