La pobreza energética de los países menos desarrollados y cuyas condiciones meteorológicas más extremas hacen que el día a día sea más duro es un tema importante del que debatir. Estamos hablando de lugares donde las temperaturas son más extremas y tanto el frío como el calor requieren de energía para la calefacción o aire acondicionado.
No es que estemos hablando ni comparando una enfermedad con la pobreza energética. Pero sí es verdad que, en determinadas ocasiones, la pobreza energética se puede cobrar muertes. Al año mueren más de 7.000 personas en países donde dos de cada diez hogares no pueden encender la calefacción, ni cocinar ni iluminarse cuando anochece ante la incapacidad de pagar las facturas eléctricas.
Un ejemplo cercano a esta situación es la de Rosa, una anciana de 81 años que falleció a causa de un incendio que provocó una vela encendida que usaba para iluminarse. El motivo de usar las velas no era ni romántico, ni especial. Simplemente, Rosa no podía pagar la factura de la luz y tenía que vivir con la luz de las velas. Estos casos seguirán aumentando mientras que la pobreza energética sea un problema real.
Según la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), esta pobreza energética la padecen los hogares que no reciben una cantidad adecuada de servicios de energía por dificultades de pagar la factura. Lo últimos datos obtenidos a través del Instituto Nacional de Estadística (INE) dicen que un 11% de las familias (unos cinco millones de personas) no pueden calentarse en los meses más fríos debido a que no pueden pagar las facturas de la luz. También destaca que el 9,4% tienen retrasos a la hora de subir la factura de la luz. En España desde el año 2008 no para de subir el precio de la factura de la luz cada año. De tal forma que cada vez se convierte en algo más inaccesible para todos los sectores de la población española.
Los efectos de la pobreza energética van más allá de sólo no poder encender la luz, poder comer o ducharse caliente o encender la calefacción. Esta pobreza energética está relacionada con una mayor prevalencia de enfermedades físicas y mentales -asma, artritis, reumatismo, depresión o ansiedad- y con el aumento de la mortalidad por patologías cardiovasculares y respiratorias entre personas mayores de 60 años en invierno. Es por ello, que la ACA ha calculado una estimación de las muertes que provoca la pobreza energética al año y ascienden a 7.200. Esta cifra es mucho más alta que las muertes provocadas por accidentes de tráfico.
Gracias a organizaciones que se encargan de realizar terapias para poder ayudar a las personas que no pueden emplear la luz en casa, como la Cruz Roja, los casos de muerte por pobreza energética no aumentan demasiado. Por ejemplo, Cruz Roja atendió el pasado año a 16.887 hogares para ayudarles en el pago de casi 30.000 facturas de luz, gas y agua, a las que esta organización destinó 4,3 millones de euros.
En los últimos meses se han notado un acercamiento de las compañías en las que se intentan crear convenios para garantizar que nadie quede desfavorecido y sin poder utilizar energía eléctrica en sus hogares.
Las empresas como Endesa, han llegado a conseguir 150 acuerdos con ayuntamientos, comunidades autónomas u ONG, con los que ha conseguido cubrir al 98 % de sus clientes. Aseguran que del medio millón de cortes de suministros que realizó en 2015, ninguno fue a este tipo de afectados.
Por otro lado, Iberdrola protege al 99 % de sus abonados de la interrupción del suministro eléctrico o de gas a través de los 44 convenios firmados. De este modo se intenta que en los casos de condiciones extremas de frío o calor, los mayores puedan disponer de luz eléctrica para satisfacer sus necesidades.
Esta versión contrasta con la de Mensajeros por la Paz, cuya directora general, Nieves Tirez, lamenta la “deshumanización” de las compañías en la mayoría de los casos en los que intervienen.
Como conclusión podemos decir que la clase social más pobre tiene que luchar para poder tener condiciones energéticas más favorables en los hogares y que muchas voces políticas tienen que buscar y encontrar medidas urgentes para que no se den más casos como el de Rosa.